Sunday, October 16, 2005

Las Extravagantes Aventuras de Don Benito Lope´

Era gallego hasta la médula... Lo mas parecido al padre de manolito (Mafalda)
que vi en mi vida... Salvo que usaba la cintura de los pantalones, bajo los sobacos (una ley de mi padre, reza que cuando mas alto esta ubicado el pantalón en el torso, mas edad tiene el sujeto).
Almacenero en su juventud, ya retirado, le decíamos “Huevo de Heladera” porque estaba siempre en la puerta, viendo todo lo que pasaba con ojo de agente especial, y comentando los sucesos con un cinismo digno de… Er… alguien MUY cínico.
Su casa era el oasis de la juventud del pueblo. Tal vez porque era grande, tal vez porque ahí nadie jodía si se pretendía destruir algo... Tal vez… Porque era demasiado divertido molestar al viejo. Y más divertido, era que él tomara represalias.
Por ejemplo, uno de sus trucos, consistía en ponerle apodo a todo lo que se moviera y dijera “hola”.
Si, llegué a ser conocida como la Célebre: Nestlé. Cómo llegó a ese apodo, fue un misterio truculento, celosamente guardado por él, para regodearse, riéndose por lo bajo cada vez que me llamaba de ese modo.
Así, sus nietos tenían los más diversos apodos, como “Cosa”, “Piratón”, “Margarita”, y, el más pintoresco, aplicado al novio de mi amiga (Cosa), “Miseria Espantosa”. Don Benito solía apostarse en paciente espera tras las cortinas del living, esperando la llegada del enamorado, para tener la dicha de gritar en cuanto lo veía venir:

- Cosaaaaaaaa!!! Ahí te busca miseria espantosa!!

Siempre en la línea del bochorno, una vez logramos arrastrar con mi amiga un tipo que conocimos en la plaza, que tenia el pelo largo (no era hippie, por entonces, los tipos con pelo largo eran objeto de desenfrenado deseo), una bicicleta cromada, y que hacia maravillas con el aparato (la BICICLETA, so puercos) como quedar cabeza abajo, montado en una rueda (Biker les dicen ahora??). Pues bien, dicho tipejo hizo su gracia en el jardín de la casa de Don Benito, mientras se escuchaban ahogados suspiros en toda la cuadra. Entre el palmoteo nuestro, y las ganas de lucirse, el Biker no tuvo en cuenta la macabra presencia del viejo, que se le acercó desde atrás sigiloso, dio un cuidadoso rodeo, se inclinó hasta quedar cara a cara con el acróbata y largó bien fuerte:
- Cosa, que es esto? – señalando no a la situación, sino directamente al joven, que del grito, cayó despatarrado miserablemente a sus pies.

Y para adentro encaminó sus pasos el demonio, riéndose bajito, mientras el exhibicionista agarraba la bicicleta y partía con cara triste hacia otros destinos.

Otra manía incontrolable de Benito, consistía en perseguir religiosamente a toda persona que emitiera un sonido muy peculiar: MENEM.
La simple palabra lo sumía en una transformación abrumadora, en la cual lanzaba espumarajos rojizos, se le erizaban los tres pelos de la nuca, y cualquier objeto puntiagudo que tuviera a la vista, iba a para a su mano como por arte de magia, comenzando a apuntar maniáticamente hacia quien había proferido semejante exabrupto. Recuerdo particularmente un almuerzo, en el que la esposa, una viejecita como la de los cuentos, coqueta y pizpireta, levanto una ceja, carraspeo, y dijo con vocecita dulce:

- A mi me parece que MENEM (glup hicimos todos) no esta tan mal después de todo.

Lo siguiente, fue el acabose. Benito Lope´ procedió a:

a)- Dejar los cubiertos sobre la mesa, acomodaditos uno al lado del otro.
b)- Tomarse un traguito de vino aguachento.
c)- Limpiarse la boca pulcramente con la servilleta
d)-Dejar la servilleta dobladita al lado de los cubiertos
y…
e) Comenzar a putear ala señora ( que llamaremos VITA) de una manera tan pero tan grotesca, que mis orejas, criadas en una familia tana, puteadora como todos los tanos, se hicieron chiquitas, y terminaron por mudarse para la zona del metacarpo.

- Vieja puta!! Tonta del culo! Donde se vió tamaña insensatez, sino en prostitutas como vos!!! Y bla bla bla…

La viejita se acomodo los lentes, tal vez para mantener a salvo sus ojos de la saliva que saltaba, y, fijando la vista, como abochornada en el mantel, se quedo muda. El viejo siguió puteando hasta el final de la comida, que nadie abandonó, por temor a ser alcanzado por un botellazo.
Ya finalizada, aún con Benito rumiando bronca, las mujeres procedimos a levantar los platos… Justo siento, atrás mío, a la dulce Vita susurrando lo bastante fuerte, para que se oiga:

- Insisto, a mi MENEM me parece inteligente.

Creo q comprendí cabalmente lo que siente un soldado solitario frente al pelotón de fusilamiento, porque:
a- Yo tenía las manos ocupadas con una pila de platos.
b- La vieja echaba pulla escudada atrás mío
c- El viejo cazó un cuchillo ( y no es joda) y comenzó a caminar lentamente hacia mi, saboreando cada paso
d- Estaba medio sordo, por lo que, tranquilamente podía interpretar que el halago a Menem, lo había hecho yo, no la vil mujer escondida tras mi espalda.
Ví pasar la vida delante de mis ojos, la adrenalina fluyo como un río embravecido, la sangre corrió hacia los miembros, dejando los órganos internos secos, preparándose para la huida, mis cabellos se erizaron, en un instintivo intento de hacerme parecer mas hostil, y... y… el viejo seguía avanzando, mientras VITA (dios la tenga en su gloria, y no la largue) lo puteaba sin reparos ya.
Por supuesto, el veterano era mas vivo de lo que parecía, y cuando quedó nariz con nariz, al frente mío, estiro un brazo por encima de mi hombro, y sacó a la vieja de su escondite, para acto seguido, amenazarla con cuchillos, tenedores, platos, y todo objeto contundente que pudo manotear. Creo que hasta el día de hoy, siento la impresión del pis bajando por mis pantorrillas en hilitos.

Ahhhh… pero quien explotaba esta debilidad con una maestría asombrosa, era “Miseria Espantosa”. Me contaron (tuve la desgracia de perderme el espectáculo), que un fin de semana, almuerzo familiar, Miseria Espantosa se despachó con un buen:

- Menem la tiene clara... Sabe lo que hace. (dicen las malas lenguas, que la cara le resplandecía de placer incontrolado ante la espantosa provocación).

Don Benito procedió como de costumbre, a tratar de arremeter contra el atrevido ofensor, mientras escupía obscenidades al mejor estilo “Regan” (la niña poseída del exorcista).
Miseria Espantosa largó la piedra, y se quedó callado disfrutando el espectáculo, pues sabía que la ira de Benito se iba a desviar hacia las hijas, todas entusiastas de Menem, que tenían el divino don de no saber quedarse calladas.
Y así fue como, en medio de una trifulca escandalosa, donde volaban insultos, platos, y los vecinos grababan para la TV por las dudas, Benito escupió sin querer… La dentadura Postiza.

SOBRE EL PURÉ.

Un silencio ominoso cayó sobre el campo de batalla. Aquí entraba en juego la diplomacia, y el rechazo natural de todo ser humano… Porque una sola risotada hubiera logrado que Benito estrellara su dentadura sobre el agresor.
En medio de aquel silencio, todos los ojos puestos sobre él, Don Lope´ agarró suavemente la dentadura, hurgando el puré, la sacudió un poco, le pasó la lengua (no era cuestión de desperdiciar), y la hundió en el vaso de vino aguado, enjuagándola concienzudamente, miró por sobre los anteojos a cada uno de los presentes, y la devolvió a su lugar de origen, entre los ruiditos típicos que tal tarea insume. Luego, tomó el vaso de vino, donde flotaba una amalgama monstruosa de puré, babas y mayonesa (porque el desgraciado le ponía mayonesa al puré), y lo apuró de un trago, haciendo buches, todo esto sin perder la compostura.
Cuando el primer comensal pidió permiso para retirarse, tal vez… ¿Asqueado?, Benito giró hacia quien había comenzado el asunto, y le preguntó:

- Decías..? – invitándolo a seguir con la guerra, como si nada. Era obvio que lo disfrutaba.

Otra de las habilidades artísticas del viejo, consistía en volver psicópata cualquier animal que entrara a vivir en su vasto patio. La familia era numerosa, y cada quien tenia su preferido. El hijo de Don Benito, tenía perras de caza. Dos. Una más idiota que la otra. A ellas, les enseñó el don de rebajar con la mirada. Nada peor que un perro idiota mirándote con aire superado.
La madre de mi amiga, tenia un loro, que, puesto bajo las fauces del viejo (todo el día al pedo para enseñarle porquerías), se convirtió en una maquina de combate terrorífica. Paco (el loro) pasaba sus días en una percha dorada, patio trasero, ligustro numero 1, entrepiso. Gorjeaba boludeces, como cualquier loro del mundo, hasta que algún animal o ser humano se ponía en su mira. Entonces, ni lento ni perezoso, bajaba siniestro por el entramado de hojas, y salía por debajo, a ras del piso, a la caza.
La palabra PERSECUCION tomo otro significado para mi, desde el día en que ví: dos perras de caza, un gato maniático, y un perro faldero todos corriendo como alma que lleva el diablo hacia cualquier escondite disponible, con el loro por detrás, meneándose en sus patitas cortas, tirando picotazos letales. Las perras aullaban lastimeras con el rabo entre las patas, el gato no atinaba ni siquiera a trepar a un árbol, y el perro faldero iba dejando por detrás un rastro de orín. Y, por supuesto, presidiendo la escena, Don Benito sonreía orgulloso a su obra.
Claro que, sin el loro detrás, el Gato era otro tema:
TomasAlejandroYurgasCry no era un felino cualquiera. Era la encarnación de Norman Bates: profundamente esquizofrénico, detestablemente impredecible, y escudado en un aire de “Soy un buen tipo” muy peligroso.
Este gato, por ejemplo, podía dedicarse horas enteras a perseguir algo q nadie veía (y se me hace, que nadie querría ver, porque el demonio quedaba chico) a través del pasillo, rebotando contra las paredes, tirando mordiscos a diestra y siniestra, como un Critter drogado. O… Subirse a un lugar alto, y desde allí, esperar paciente la cabeza de cualquier ser humano, para abalanzarse presto, hacia la cabeza, con las uñas como estiletes. O echarse en la falda de cualquier visitante desprevenido, que lo acariciaba distraído ante la mirada horrorizada de los que sabíamos lo que iba a suceder, y sin embargo, del espanto no podíamos emitir una advertencia, ronronear satisfecho, lamer la mano amistoso (yo mas bien diría, estaba catando antes de comer), y después, masticar la mano, el brazo y la yugular, en un solo movimiento, mientras sus zarpas se movían a la velocidad del rayo, cortando hasta el hueso la carne que sus dientes no alcanzaban. Cuando el desprevenido salía del shock, TomasAlejandroYurgasCry ya estaba bajo la cama, aullando como si le hubieran cortado el rabo, lo que hacia comparecer inmediatamente a Benito, que gritaba al lesionado:
- Que le hiciste al gato, que le hiciste al gato?? – mientras lo zamarreaba por las solapas.
En aquella casa infame, hasta las tortugas tenían un aire que daba pavor.

Años más tarde, todavía me persigue la sombra del viejo, cada vez que veo a un anciano con cara de gallego, las manitos enlazadas atrás de la espalda, aire distraído, pantalones bajo los sobacos… Seguro que, como el mítico Benito Lope` está tramando algo terrible….

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